La disfunción eréctil, a menudo mal denominada impotencia, es una enfermedad que se presenta con frecuencia en la población masculina. Aproximadamente la mitad de los hombres mayores de 50 años la padecen en algún grado. El Dr. José Manuel Pardo Figueiras, urólogo del Hospital Ribera Juan Cardona de Ferrol, explica que es crucial desmitificar esta condición y tratarla con un abordaje integral.
“No es simplemente una cuestión de edad”, puntualiza el doctor Pardo. “Las causas de la disfunción eréctil son diversas: influyen desde enfermedades cardiovasculares y metabólicas hasta factores psicológicos. Comprender las causas es clave para un tratamiento efectivo”, destaca.
Los traumatismos genitales, el alcoholismo, las enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, el aumento del colesterol, la diabetes, el hipertiroidismo o el hipotiroidismo pueden disminuir el flujo de sangre y tener una relación directa con la disfunción eréctil.
“Es crucial conocer el momento psicológico del paciente porque la pérdida de autoestima puede ser una de las causas. Además también se asocia a medicamentos de uso crónico”, comenta el urólogo del Juan Cardona, que advierte de que no hay que dejar los tratamientos pautados sino consultarlo con un especialista para encontrar la manera de compatibilizar una vida sexual plena con la correcta administración de los fármacos necesarios.
“El urólogo o el médico sexólogo deben realizar una historia detallada del paciente, un examen físico y solicitar las pruebas necesarias para evaluar los posibles factores”, explica el doctor Pardo. “Medir el nivel de testosterona es una de las pruebas de rutina. Otras más específicas pueden ser el ecosonograma doppler de pene, prueba de erección nocturna, etc”, afirma.
Tratamientos individualizados
Una vez determinadas las causas subyacentes, el especialista indicará el tratamiento. “Por descartado, todo paciente siempre se beneficiará al seguir una dieta sana, realizar ejercicios aeróbicos y mantenerse en un peso adecuado”, avanza el doctor.
“La primera línea de tratamiento específico consiste en el uso de medicamentos por via oral, los proerectógenos. En la segunda línea se encuentran las inyecciones intracavernosas (en los cuerpos del pene) o el uso de dispositivos de vacío. Y, si fracasan las anteriores, se recurriría a la corrección quirúrgica con implantación de prótesis”, continúa.
Debe individualizarse la terapia a cada paciente y utilizar la más adecuada a su problema, su frecuencia sexual y sus expectativas personales. “La consulta al especialista es fundamental y no deben usarse terapias de manera empírica o por recomendaciones no autorizadas”, advierte.
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