BROMURO CATÓDICO | Los “bichos” son suficientes”

Crítica audiovisual en #Nordesía: Ángel Luis Sucasas habla de "Estado Eléctrico"
BROMURO CATÓDICO | Los “bichos” son suficientes”

Hay muchos niveles a los que se puede gozar de la artesanía y el arte. Yo soy de los que defiende (y defenderá) que el nivel más importante es puramente visceral. Se entiende desde el alma y el corazón. Se entiende a un nivel instintivo y completamente ignorantes de dónde está el truco en la tramoya de la ficción y cómo se ejecuta. 


Pero, evidentemente, hay otras muchas maneras de disfrutar el arte que permanecen invisibles en ausencia de conocimiento de las mismas. Y estas suelen estar ligadas a esa tramoya de la que hablábamos en cada una de las múltiples disciplinas artísticas que se despliegan en lo que tratamos aquí, de domingo en domingo: el arte audiovisual; sea jugado, en formato de largometraje, de corto o de serie. 


Un buen amigo mío, Sixto Ramos, tenía una pequeña forja en su hogar, en una aldea recóndita y bucólica entre A Coruña y Ferrol. Durante el tiempo que se dedicó a esa actividad, pude visitar su forja unas cuántas veces y a través de él aprender hermosas verdades sobre el arte del forjado. Por ejemplo, como la unión de múltiples plaquitas de metal nos daban el damasquinado español o el mokumegame japonés y cómo ambas podían ser “coloreadas”, con ácido y temperatura, para lograr los más hermosos patrones de ondas tanto en joyería como en armamento. 


Comprender dichas verdades nos da la posibilidad de enfrentarnos a obras que, tal vez, sean menos interesantes para una lectura puramente visceral, de enganche al tiovivo de su historia y personajes y proporcionarnos placer al comprender la disciplina artística en la que dicha obra es excepcional. En el caso de Estado Eléctrico, la última gran superproducción de Netflix que dirigen los hermanos Russo (los mismos de esas dos inolvidables películas de Los vengadores, la dupla Infinity War y Endgame), la cosa se puede disfrutar y muchísimo analizando su diseño de producción: y mucho más concretamente, su diseño de criaturas. 


¿Qué bichos despliega “Estado Eléctrico” para resultar tan fascinante? Pues una fusión entre robots y personajes cartoon de los años 30. Es un diseño de criaturas fascinante en el que se aprecia uno de esos trabajos de años (los mismos que atesoran películas como Ready Player One o Avatar) para plasmar una visión singular y que, aunque tengamos referentes de ella (el videojuego y, sorprendentemente, también excelente película de terror, Five Nights at Freddy’s) nunca se había plasmado, creo yo, con este nivel de imaginación y variedad. 


Ustedes lo saben, porque se lo he contado ya muchas veces, que me dedico al diseño de videojuegos. Muchas de las horas más felices que he pasado en mi carrera laboral, me las han dado la relación con los directores de arte. Y, especialmente, con los concept artist. Como su nombre indica, estos compañeros se encargan del mundo de las ideas. Plasman criaturas y paisajes con el mismo esfuerzo de imaginación que hacemos los escritores; y, habitualmente, tienen que llevar mucho más allá el detalle de cada criatura. Imaginarse exactamente de dónde vienen. Trazar una vida detallada para algo que, las más de las veces, es efímero en la pantalla. 


Pero les puedo decir que yo he vivido un auténtico festival visual fijándome en todos esos pequeños detalles que cada una de estas criaturas atesoran en su desfile por la pantalla. Casi agradecí que el libreto sea demasiado simple y algo mortecino en su intensidad, para poder divagar de la trama y centrarme en absorber todos los detalles posibles de los modelos de robots diseñados por el equipo de efectos visuales de los Russo. 

 

Evidentemente, mucho se le debe a la obra original, ese libro ilustrado fascinante del mismo título firmado por el sueco Simon Stålenhag donde imagina sociedades futuras o alternativas con los robots como protagonistas. Pero el equipo ha conseguido transmitir esa sensación de mundo que aquellos que lo apreciamos nos da ganas de pausar cada fotograma y admirarnos con la riqueza de estas cosas, estos bichos, que solo existen en las mentes de los que nunca dejan de ser niños.

BROMURO CATÓDICO | Los “bichos” son suficientes”

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