Hace muchos años, casi veinte, tuvimos la suerte de entrevistar en este mismo suplemento al palentólogo Emiliano Aguirre (1925-2021), uno de los padres de Atapuerca, yacimiento que dirigió desde finales de los 70 hasta su jubilación, en 1990.
Aguirre, que nació en Ferrol –digamos que accidentalmente– hace exactamente cien años, llevaba ya tiempo “fuera” de unas excavaciones que, inagotables, siguen sacando a la luz pedazos de nuestro pasado más remoto. En la última o penúltima cuestión que le trasladamos en aquella entrevista le preguntamos si había algo de lo que vino después que le gustaría haber descubierto o algún lugar, en cualquier parte del mundo, en el que le habría gustado trabajar.
Su respuesta fue tan clara como inspiradora. Que no, que él era una pieza más de un engranaje que tenía que seguir funcionando con otros nombres y otras personas, que ese trabajo es colectivo. Fue, sin duda, una lección de humildad y de generosidad. El hombre que había contribuido a poner en el mapa de la investigación sobre los orígenes del ser humano actual rehuía el protagonismo y cedía el testigo a las nuevas generaciones.
Juan Luis Arsuaga, coprotagonista, junto con Juan José Millás, de este La vida contada por un sapiens a un neandertal –el primero de tres volúmenes sobre ese pariente lejano con el que los homo sapiens convivimos durante miles de años en Europa–, forma parte de la segunda generación de paleontólogos de Atapuerca y es probablemente una de las personas que más ha contribuido a divulgar por todo el mundo lo que llevaba miles de años enterrado. Es, por lo tanto, continuador, con muchos otros grandes científicos, del trabajo que se desarrolla desde hace décadas en ese milagro de la sierra burgalesa.
Su currículum es brillante y su inquietud, a todos los niveles, no deja de admirarnos. Como gran dinamizador que es, nunca ha perdido la oportunidad –no la ha rechazado y siempre dispuesto a compartir lo que sabe– de acercarse al público general. Es profesor universitario, y eso ayuda, pero es quizás su alianza con el escritor Juan José Millás, una de las plumas más prestigiosas y coherentes del sistema literario español, la que ha permitido descubrirlo a un público más amplio.
“La vida contada por un sapiens a un neandertal” es una delicia, pero no solo para quienes están interesados en la arqueología, la palentología y la prehistoria. Despertará la curiosidad de quien desee aproximarse a las claves de la evolución –de lo que se conoce hasta ahora de la evolución– y averiguar por qué el sapiens es hoy el único homo del planeta.
La sabiduría de Arsuaga sostiene el libro desde la primera página, si bien es la capacidad de comunicación de Millás la que hilvana un relato que es real y que es el fruto de muchas horas de experiencias compartidas. Los autores viajaron, con Arsuaga como guía, por lugares, todos en la península, con los que el palentólogo explica cuestiones como la dieta, los motivos por los que unas especies sí y otras no decidieron abandonar los bosques y las selvas para introducirse en la sabana, la bipedestación, las relaciones sexuales y el sentido de las primeras manifestaciones “espirituales”.
En este juego en el que Millás se autodefine como un “neandertal” y ve a Arsuaga como un “sapiens” del que aprender, el lector encontrará una manera divertida (Millás recurre al sentido del humor con frecuencia para estimular todavía más las lecciones del paleontólogo) de acercarse al proceso de la evolución humana, pues es esa veta divulgativa que recorre el libro –básicamente ese es su sentido– de la que se sirven los autores para desmontar mitos, ofreciendo un panel de conocimiento completísimo que le dejará un buen sabor de boca y con ganas de más. De hecho, ya hay dos entregas más después de la vida: la muerte y la conciencia. No se las pierdan.