Tengo la firme percepción de que la muerte del papa Francisco ha sido especialmente sentida en la izquierda, que le ha tenido como un hombre bueno e incluso como uno de los suyos. Por el contrario, veo en la derecha mucho esfuerzo por no exteriorizar el alivio que les inunda por su desaparición. Supongo que estarán rezando para que el cónclave elija a un papa “como Dios manda”, aunque tengo el presentimiento de que habrá cierta continuidad. Es la segunda vez en la historia de la iglesia católica que se produce esta inversión de percepciones y simpatías. El antecedente fue Juan XXIII, que tendió puentes con la izquierda al decir en 1961 que, con independencia de los acuerdos que un estado firmase con la iglesia católica, una democracia siempre era preferible a una dictadura. Yo aún era un niño, pero recuerdo decir a los falangistas de mi pueblo que era un comunista infiltrado por la URSS.