e nos “vendió” que el desembarco del Estado en Telefónica era para contrarrestar la entrada saudí, que acaba de pedir puesto en el Consejo, y proteger la españolidad de la compañía. Pero, visto el desarrollo de los hechos, el objetivo era tomar el “control político” de una empresa estratégica clave en la ciberseguridad, la digitalización, las comunicaciones y productora de contenidos que, además, tiene un papel importante en la supervivencia de medios de como gran anunciante.
El analista político, Iñaki Ellakuría, califica el caso Telefónica de “asalto bolivariano” que cristalizó con el despido de Pallete y la toma de control de la compañía” y lo primero que llama la atención son las formas con que se llevó a cabo la operación. No es normal que al presidente de una compañía del Ibex se le convoque en Moncloa para cesarlo después de decirle “lo has hecho bien, pero debes salir…”. Las empresas se rigen por un Consejo de Administración y la Junta de Accionistas, que marcan las pautas del gobierno corporativo, del que forma parte el nombramiento o destitución del primer ejecutivo. Actuar con “la alevosía ” de una tarde de viernes para un cambio de esta dimensión es un procedimiento anómalo en el devenir de una empresa cotizada.
Llaman también la atención las prisas. Al presidente cesado le quedaban unos meses de mandato para que se produjera su relevo ordenado y estas prisas alimentan sospechas. Entre ellas, la existencia de intenciones aviesas para neutralizar investigaciones de presuntos casos de corrupción en el entorno del Gobierno en las que Telefónica tiene un papel relevante.
Al margen de otras consideraciones, el “mensaje” está en estas formas abusivas que envía el Gobierno a las empresas y dirigentes del Ibex. Está en minoría parlamentaria, pero sigue siendo poderoso y caprichoso y no quiere que aparezca otro Ferrovial en el ámbito empresarial.
Por eso, colonizadas todas las instituciones públicas, ahora toca el turno de “domesticar” a empresas relevantes con una exhibición de poder que intimide a los empresarios. Una intimidación similar a la que está enviando a los órganos judiciales, a medios y a periodistas críticos para que nadie intente desestabilizar al poder constituido. El “aviso a navegantes” tiene su expresión en el refranero: “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar por las tuyas a remojar”.
¿Qué va a pasar ahora? La intervención del poder político en las decisiones empresariales debería ser limitada y transparente, basada en criterios objetivos. Cuando el poder se excede las empresas pierden independencia, entran en fases de incertidumbre y se distorsiona el mismo mercado.
Sería una tragedia empresarial que Telefónica “viviera” domesticada a la vera del Gobierno en lugar de profundizar en su crecimiento y dinamismo empresarial generando riqueza y bienestar para la sociedad.